martes, 14 de julio de 2009

Sólo un puñado de células

Hace unos días estaba hablando con unos amigos sobre el aborto cuando alguien dijo: "pero si sólo son un puñado de células". En ese momento, que es de los pocos en que he estado inspirado para una respuesta rápida, repliqué: "acaso nosotros no somos simplemente un puñado de células". Pues si nos paramos a pensar en que somos nosotros, al menos físicamente, no nos queda otra que reconocer que somos un conjunto de células, cada una con su especialidad y formando sus grupos (órganos, nervios, sangre, etc.), pero al fin y al cabo células. Cuando hablamos del aborto, tenemos que enfrentarnos a la pregunta de cuándo empieza la vida.
Hace poco una ministra española, de cuyo nombre no quiero acordarme, dijo que un feto de 12 semanas era un ser vivo pero no un ser humano. ¿Cuál debe ser nuestra definición de ser humano? Si la basamos en la cantidad de células que componen nuestro cuerpo entonces los bajitos seríamos menos seres humanos que los altos. Un niño no sería tan ser humano como lo sería un adulto. Si nos basamos en la morfología, o en la forma que tenemos, tendríamos problemas cuando alguien pierde uno de sus miembros. ¿Una persona con un solo brazo deja de ser ser humano? ¿O si nos sustituyen alguno de nuestros órganos por alguno artificial (cosa que no creo que tardemos mucho en ver) dejaremos de ser personas? Si nos basamos en el nivel de consciencia de uno mismo, también tendríamos problemas pues tardamos bastante tiempo en tener consciencia de nosotros y nuestro entorno.
No soy un experto en medicina ni en ciencias, pero creo que deberíamos tener presente cuando pensemos en un embrión como un conjunto de células, que, al fin y al cabo, nosotros también lo somos.

martes, 7 de julio de 2009

Instantanea

Hoy, simplemente os dejo esta foto que tomé en Génova en el 2007. La encontré de nuevo por casualidad (o quzás no), y, no sé por qué, me hace reflexionar en lo maravillosa que es la creación de Dios.

jueves, 2 de julio de 2009

La Biblia dice lo que dice

Ayer empecé a leer un libro titulado "Diálogo amistoso entre un ateo chino y un cristiano argentino". Son las transcripciones de unas conversaciones mantenidas entre Luis Palau y Zhao Qizheng. Todavía no lo he terminado, así que no puedo dar una valoración global, pero está bastante interesante.
Sin embargo, hoy quería reflexionar sobre uno de los pasajes de este libro que copio a continuación:
"…Ya que usted ha leido la Biblia: me gustaría saber qué fue lo que más le llamó la atención.
Zhao: He comenzado mi carrera como investigador en física nuclear. En física existen solamente tres teorías de Newton, muy claras y simples. Comparadas con ellas, la Biblia es mucho más complicada. Quizás podamos reducir la Biblia a unos pocos puntos básicos, como las leyes de Newton. Creo que esos serían suficientes. Primero: Dios es omnipresente, omnipotente y omnisciente. Dios es perfectamente bueno. Segundo, a causa de su pecado original, el hombre tiene dificultad para comunicarse con Dios. Tercero, por lo tanto, Dios envía a Jesús para comunicarse con el hombre. Cuarto, el hombre no debe tratar de diseñar su propio destino. sino que debe seguir la guía de Jesús y de la Biblia.
Palau: ¡Qué resumen tan perfecto de los principales puntos de la Biblia! Ni yo como teólogo lo hubiera resumido con tanta perfección y precisión..."
Es interesante ver como un ateo, a pesar de no creer, como confesará más tarde, en que la Biblia haya sido inspirada por Dios, pueda hacer un resumen de lo que en ella se cuenta. De cuál es la historia central, o el hilo conductor del texto sagrado. ¿Cómo ha podido este hombre llegar a estas conclusiones sin haber estudiado teología? La respuesta es sencilla: ha leído la Biblia.
¿Por qué se empeñan en hacernos creer algunos que la Palabra de Dios es sólo para eruditos y que debe ser interpretada por expertos? La realidad es que todos podemos entenderla. No es un texto escrito en clave, por lo menos en su mayor parte. Es decir, quitando el libro del Apocalipsis y quizás otros pasajes sobre el fin de los días que por las circustancias de persecución que vivían los primeros cristianos los escribieron en clave, el resto de la Biblia es clara y cristalina. Lo que en la práctica significa que lo que verdaderamente nos importa para poder tener una relación personal con Dios, para poder llevar una vida en santidad, para estar en la voluntad de Dios, está al alcance de cualquiera.
Lo que sí creo es que los cristianos deberíamos aprender a leer mejor la Biblia y así la comprenderíamos sin problemas. ¿Qué quiero decir con aprender a leerla? ¿Necesitamos un método especial para poder interpretarla? ¿No hemos dicho que no hace falta ser un erudito? Bueno, os voy a dar un pequeño secreto para poder interpretar bien las escrituras: lee la Biblia comenzando por el principio y acabando por el final. Parece redundante, pero lo cierto es que la mayoría de los cristianos cuando se acercan a la Biblia la abren por cualquier parte y escogen cualquier versículo o capítulo y pretenden poder entenderlo sin saber de donde viene el discurso que están leyendo. Sí que es cierto que la Biblia es una colección de libros independientes y que habría distintas formas de ordenar estos libros, lo que no podríamos nunca es cambiar el orden del texto de un libro en cuestión. El evangelio de Juan no fue escrito para que se leyera el capítulo 8 antes que el 7 o antes que el 4. Es más, cuando se escribió ni siquiera estaba dividido por capítulos. Si seguimos el orden que tenemos en nuestras ediciones modernas, nos ayudarán a comprender el contexto, situarlos libros en su época y entender el orden de los hechos, con lo cual también nos beneficia a la hora de comprenderla.
Tomémonos la lectura de la Biblia con seriedad. Estudiémosla como estudiaríamos cualquier otro libro. Pero nunca perdamos de vista que, además de ser un libro maravilloso digno de ser estudiado, es la Palabra de Dios.