martes, 16 de julio de 2013

Heidi, o el hijo pródigo

Ayer por la tarde me quité una espina que tenía clavada de hace tiempo: leí el libro de Heidi, de Johanna Spyri. Y la verdad es que me sorprendió mucho, pues yo conocía la historia que nos contaron a través de la serie de dibujos animados inspirados en este clásico de la literatura infantil, y aunque me esperaba que hubiese cambios, nunca imagine que Heidi era la historia del hijo pródigo.
En este libro encontramos la Parábola de Jesús no sólo como uno de los "cuentos" favoritos de Heidi cuando aprende a leer y cuando lo comparte con su abuelo, sino que la misma novela es dibujada en las mismas líneas que la ilustración del Maestro. En el hijo pródigo encontramos un viaje de ida y vuelta, un joven que cansado de estar en su casa decide alejarse y  cuando se da cuenta de que lo ha perdido todo decide regresar a implorar perdón a su padre para poder volver al lugar donde pertenece. Heidi no se marcha, todo lo contrario, la arrancan de sus amadas montañas y su querido abuelo para llevarla a una ciudad que, si ya de por sí misma enjaula a la niña, la encierra en una casa sin posibilidad de pisar la calle. En ella siempre está el anhelo de volver a los prados y es la añoranza la que la va comiendo poco a poco, hasta que al final logra su mayor deseo, el regreso. Pero, a diferencia de el hijo pródigo, el que más se aleja es el que se ha quedado en la casa, el Tío de la Montaña, el abuelito de Heidi.
Sin embargo en este viaje, Heidi se acercará a Dios, y al final del mismo será el medio para llevar a su abuelo a la reconciliación con Dios y con sus prójimos. Aunque para mí lo más fascinante de este libro es que plantea que todos necesitamos reconciliarnos con Dios. Una niña en su más tierna infancia a la que todos ven como la victima de una sucesión de injusticias en su vida. Un anciano que vive sus últimos años separado de sus semejantes y renegando de Dios. No puede haber más contraste entre abuelo y nieta, ésta disfrutando de la vida y aquel renegando de ella. Pero ambos encuentran el perdón de Dios y una nueva manera de entender y vivir la vida.

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