martes, 20 de agosto de 2013

Mamita Yunai

Ayer por la noche estaba viendo el programa de "Así se hace". En él explican el proceso de fabricación de diferentes productos y en esta ocasión tocaba cómo se hacían unos snacks de plátano que yo conozco con el nombre ecuatoriano de chifles, aunque supongo que en cada país lo conocerán con distintos nombres.
El programa en cuestión comenzaba desde el principio: el cultivo y recolección de los bananos. Y, aunque la empresa era estadounidense, la producción se hacía en Costa Rica a lo que el narrador comentaba que la empresa estaba muy orgullosa de favorecer de esta manera el desarrollo local de éste país. En ese momento, me vino a la memoria el libro de Carlos Luis Fallas (Costa Rica) Mamita Yunai. Seguidamente no pude evitar soltar una carcajada ante semejante afirmación.
Para ser sincero, no conozco la situación actual de las empresas bananeras en Centro América, pero aunque sea por un poco de vergüenza histórica, deberían haberse ahorrado el comentario.
Mamita Yunai nos habla precisamente de eso. De las condiciones en que vivían los trabajadores de las compañías bananeras estadounidenses afincadas en Costa Rica. Nos habla de la precariedad de condiciones, de la dureza del trabajo y de la miseria salarial. Personalemente, lo que me llamó más la antención fue la última parte del libro, que en realidad es un anexo a la novela, un discurso que dio el mismo Fallas y va más allá de la novela contando muchas más atrocidades que se cometieron especialmente en la United Fruit Company, .
No quiero hacer de este escrito un panfleto revolucionario contra el imperialismo yanki. Pues supongo que las petroleras españolas, así como otras empresas de mi tierra, habrán hecho cosas parecidas o peores. Pero sí me gustaría hacer una reflexión sobre el como tratamos a nuestros semejantes. La Biblia nos habla, en diferentes y repetidas ocasiones, de tratar con justicia a nuestros semejantes y no explotar a aquellos que tenemos asalariados. Sin embargo parece que nos olvidamos muy fácilmente de ello, y no solo las personas que no se rigen por los principios bíblicos, sino también aquellos que profesamos la fe cristiana.
Como pastor, muchas veces escucho los problemas de la gente que tiene en sus trabajos. Lo curioso es que las personas que trabajan para otros cristianos no tiene menos problemas, sino que en muchas ocasiones tienen muchos más. Qué pena que demos prioridad al dinero antes que a las personas que están a nuestro lado. La biblia nos llama a amar al prójimo, y recordemos que el amor no busca lo suyo. Sin embargo parece que este mandamiento, por alguna extraña razón, no lo aplicamos a nuestro entorno laboral y siempre buscamos nuestros propio interés y beneficio.
Sé que el mundo tan competitivo en el que vivimos muchas veces nos hace perder el norte. Pero deberíamos pararnos un momento y reflexionar, pensar en como Dios nos llama a actuar en favor de los más débiles, e imitar el ejemplo de los primeros cristianos que se preocupaban por sus hermanos y ninguno pasaba necesidad. Vivamos siempre en justicia y en equidad.

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